Octavos de final del Mundial italiano de 1990. Duelo histórico, que por las heridas que arrastraba el equipo argentino, impedían hablar de una final anticipada. Brasil llegaba al duelo con paso de campeón y jugadores en perfecto estado físico y futbolístico. El plantel de Bilardo venía de decepcionar ante Camerún en el debut y de clasificar por la ventana más chiquita del campeonato.
El tobillo de Diego eran dos, los sobrevivientes de México reservaban sin saberlo una última función ante Italia y los nuevos apellidos no tenían estatura mundialista. No había juego…, pero todavía había mucho fuego.
En la previa del duelo sudamericano en Turín, justo en la localía de la Juve, las apuestas no discutían el resultado, apenas cambiaban pronósticos sobre la cantidad de goles verde-amarillos. Más de 60 mil almas en las tribunas de un estadio del norte italiano, que odiaba a Diego.
Una patada soviética en el Segundo partido y el tobillo de Maradona convertido en una roca. El Doctor Madero no encontraba el camino para meter la jeringa e infiltrarlo. Hasta que en un descuido, el jugador apretó los dientes y presionó sin calcular el dolor. Así salió a la cancha el mejor.
El partido arrancó con banda de sonido propia y la música no llegaba desde las tribunas. Eran los palos del arco de Goyco, marcando el pulso del juego en plano inclinado. Más tarde el mito de un bidón con carga explosiva y después aquello de Bilardo en el descanso, luego de un primer tiempo para el olvido: “Los de la camiseta amarilla son los contrarios, acuérdense”.
Por ultimo Gardel. Porque como dijo Víctor Hugo en su relato histórico del 24 de junio del ’90, el día en que murió Carlitos pero 55 años después, el Zorzal volvió a cantar en una cancha italiana.
A los 35’ del segundo tiempo, el 10 salió desde el círculo central todavía en campo argentino, dejando en el camino a Alemao. Cuando vio el hueco, metió el pase cruzado hacia la izquierda, rodilla en tierra y entre cuatro piernas brasileñas. Cani se abrió ante la salida desesperada de Taffarel y con el arco abierto de par en par definió la jugada, el partido, la suerte de Brasil y el renacer argentino.
El capítulo final de esta historia, fueron 12 minutos de raro dominio argentino, incluida la expulsión de Ricardo Gomes por un foul a José Basualdo, cuando el Pepe tenía un mano a mano con Taffarel para el 2-0.
Increíble, pero real. Como cada capítulo de la carrera del 10, que ese día fue Gardel.
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Etiquetas: Diego eterno, Diego Maradona