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José Alfredo Martínez de Hoz Cárcano tenía 50 años, varios campos, cuatro hijos, un título de abogado con medalla de honor, muchos fusiles de caza y alguna experiencia como funcionario. El 2 de abril de 1976 dio un discurso rodeado de empresarios. Con voz cansina, comunicó datos horrorosos: “En los últimos doce meses el crecimiento de los precios minoristas alcanzó al 566 por ciento y si en los próximos nueve meses la tasa marcha al ritmo del primer trimestre, la espiral llegará al 788 por ciento”.
Con ojeras, traje gris topo y la camisa un talle más grande, Martínez de Hoz anunció las derogaciones de la nacionalización de los depósitos bancarios, la ley de inversiones extranjeras y el monopolio estatal de las juntas nacionales de Carnes y Granos, reemplazadas por el juego del mercado. El dólar, sin embargo, seguiría bajo control estatal. Habría tres cotizaciones: una oficial a precio fijo, otra fluctuante accesible al público en casas de cambio y una tercera para operaciones de comercio exterior: el ministro anunció “una paridad mixta” consistente en una mezcla de distintas proporciones de dólares baratos y caros para cada producto. Martínez de Hoz aclaró cuáles eran los dos rubros a los que se limitaba el dólar más barato, de 140 pesos: la importación de combustibles y de papel prensa. Era una buena manera de llevarse bien con los dueños de diarios y los petroleros: ambos serían subsidiados por el Estado.
En la primera entrega de Pasado Presente, a través de un fragmento de su libro La Voluntad, Eduardo Anguita concluye que es fundamental tener en cuenta el 2 de abril de 1976 para comprender todas las implicancias históricas del 24 de marzo.
Etiquetas: 24 de marzo, Eduardo Anguita, Pasado Presente