El 27 de octubre de 1991 Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota irrumpe en la década del noventa con La Mosca y La Sopa, su quinto álbum de estudio. Al momento de su lanzamiento, la banda de Solari y Beilinson ya había mutado de aquel espectáculo músico/teatral de culto de sus inicios a fenómeno masivo, con el estadio Obras como base de operaciones, dispuesto a conquistar a los desangelados de todo el país.
Con La Mosca, Patricio Rey hace su último asalto a la masividad. Una colección de diez canciones que cruzó toda barrera y que puso al grupo a sonar como cortina en los programas televisivos de los domingos a la tarde. Las masas ya los habían adoptado, ya habían tomado como propias y convertido en suyas las canciones del Indio y la épica guitarra de Skay, convirtiéndolas en himnos inmortales. En banderas. Esta vez, de la mano de hits como Mi perro dinamita o Un poco de amor francés, también los escucharon papá y mamá.
Desde ese momento, y para siempre, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota fueron simplemente Los Redondos.
Por Fernando Cárdenas