El presidente Alberto Fernández expuso en forma virtual en el Foro Económico Mundial (FEM) de Davos.
Fernández aseguró que "no hay más lugar para ajustes irresponsables" y adelantó que el acuerdo que firme con el FMI será trasladado al Parlamento para su aprobación, tras mencionar que el endeudamiento "tóxico e irresponsable" fue el otro "virus" con el que tuvo que lidiar su Gobierno.
El primer mandatario sostuvo que se vive "un tiempo en el que se ponen a prueba todos los paradigmas" y abogó por poner la atención en "los más vulnerables, en los últimos", lo cual "no es una teoría sino una convicción" que lleva adelante su Gobierno desde el inicio de la pandemia.
También anunció la creación de un Consejo de Desarrollo Económico y Social para "consolidar rumbos previsibles a largo y mediano plazo", que reflejen el "compromiso con la inversión y el trabajo".
Fernández sostuvo que “la economía debe recuperar el sentido épico que ha perdido”, y llamó a "dejar atrás el capitalismo infeliz”.
A continuación, la transcripción del discurso del Jefe de Estado
Les agradezco la oportunidad de estar frente a este Foro de tanto impacto, que nos convoca a la reflexión a la acción para construir un mundo diferente. La pandemia que vivimos no es un mero accidente de la historia, es un llamado de atención para edificar una casa común con otros cimientos, o despertamos mejores, o sucumbimos peores. No hay otra opción para el día después de esta calamidad. Vivimos un tiempo en el que se ponen a prueba todos los paradigmas, estoy seguro que el imperativo moral que se impone en esta hora es poner nuestra prioridad en los últimos, en los descartados en los invisibilizados, en los más vulnerables. La fraternidad debe ser el nuevo nombre del desarrollo y la solidaridad el nuevo nombre de la paz social, son valores que no resultan exclusivos de un sector, deben comprometer a los estados y a las empresas, a los que trabajan y al capital. Esto no es una teoría, es una convicción que hemos llevado adelante en Argentina en estos meses de gestión. Por ejemplo, el programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y a la Producción asistió en la pandemia 60 por ciento de los empleadores del país. En ese mismo tiempo, lanzamos una línea de crédito garantizada por el Estado a tasa 0 para trabajadores independientes, y además otorgamos créditos subsidiados para 110 mil pymes, por un total que representa el 2 por ciento del PBI argentino. El Ingreso Familiar de Emergencia aseguró las condiciones de vida de los sectores más afectados, apuntalando al mismo tiempo la demanda.
Desde el inicio comenzamos negociaciones cuando con diversos laboratorios en pos de la adquisición de vacunas, para proteger a las argentinas y argentinos del COVID-19. La pandemia nos demostró, una vez más, que para lidiar con los grandes desafíos globales debemos cooperar entre actores públicos y privados, y que la vacuna debe ser considerada un bien público global. Esta cooperación pública privada posibilitó que la industria argentina intervenga, en un esquema de integración productiva junto a México, en la producción de la vacuna Oxford-AstraZeneca para toda Latinoamérica. Esto nos permitirá impulsar una campaña de vacunación que preserva primero a los sectores más expuestos al riesgo de la pandemia. Las medidas adoptadas han sido fundamentales para iniciar una recuperación, que está siendo más veloz de lo que pensábamos hace apenas unos meses. La opción no es la vida o la economía, sino la vida con más y mejor economía. Nuestro sector industrial viene teniendo una recuperación notable. En noviembre pasado, la economía había alcanzado el 87 por ciento de la producción perdida por la pandemia. En la industria ya registramos 4.500 puestos de trabajo que antes de la pandemia no existían. Llevamos cinco meses seguidos de recuperación del empleo industrial.
En plena pandemia tuvimos que lidiar con otro virus, no menos destructivo, el endeudamiento tóxico e irresponsable. Con el acuerdo político y social de todo el país, alcanzamos una reestructuración de la deuda con acreedores privados con un nivel de aceptación superior 99 por ciento. Así despejamos el camino para empezar a construir un futuro con producción y trabajo. El diálogo con el Fondo Monetario Internacional está en marcha y ha sido hasta aquí muy constructivo, hemos recibido innumerables muestras de apoyo tanto de la comunidad internacional como de los miembros del G-20. La renegociación de las condiciones del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional incorporará nuevas perspectivas macroeconómicas y un entendimiento común de las necesidades específicas de la economía local. No hay más lugar para ajustes irresponsables, imposibles de cumplir, que perjudican la credibilidad tanto de nosotros como dirigentes, como de quienes otorgan asistencias irreales. El programa que se acuerde con el Fondo será enviado al Congreso nacional para involucrar a toda la dirigencia política argentina en un camino de desarrollo, que tenga la sustentabilidad de la deuda, la inclusión social y la transparencia como políticas de Estado. Un hecho histórico para el país, sin dudas. No es el tiempo del conformismo sino de la transición, de la transformación. Nosotros observamos los desafíos que se suscitan de la crisis actual como un punto de inflexión, para avanzar en el gran reinicio que tanto pregona Klaus Schwab. En este escenario es necesario vincular el multilateralismo con un concepto de multisolidaridad, que involucre a estados, empresas y también a trabajadores. La articulación y los consensos público privados exigen la apertura a un espacio de diálogo y trabajo plural en Argentina, que tendrá como misión generar las condiciones para la construcción de una visión común de país. Por eso, mi Gobierno ha decidido que se inicie prontamente un consejo económico y social para el desarrollo, que convocará, en sentido amplio y permanente, a todos los actores del país a consolidar rumbos previsibles de mediano y largo plazo. Nuestro compromiso con la inversión, la producción y el trabajo es absoluto.
El sector privado es un socio esencial para afrontar las reformas que permitan la escalada productiva y tecnológica de la Argentina, tan esencial como lo es la fuerza del trabajo. Argentina pretende demostrar que es posible conciliar políticas económicas que fomenten inversiones del sector privado y que al mismo tiempo que se protejan a los sectores más vulnerables. Incentivar la inversión en la economía real es un paso fundamental para fomentar y fortalecer el proceso de crecimiento y desarrollo del país.
Sabemos y comprendemos que para poder invertir hace falta financiamiento y previsibilidad. Estamos comprometidos en avanzar en el camino hacia una recuperación sostenible y alineada con objetivos climáticos acordados en el acuerdo de París. Estamos seguros, el desarrollo del futuro será verde o no va a ser. Queremos desarrollar una Argentina sustentable en un mundo menos contaminado, estamos trabajando para conseguir el financiamiento necesario que nos permita acelerar la transición hacia una matriz energética sostenible, inclusiva, dinámica, estable, federal y soberana. Vemos en esta crisis un momento único para repensar las modalidades de desarrollo y los esquemas de cooperación internacional.
Como Presidente Pro Tempore del Mercosur también me encuentro comprometido a impulsar junto a Brasil, Paraguay, Uruguay y los estados asociados, una agenda que promueva una integración más profunda e innovadora con el resto de América, con Europa y también con Asia. En la Argentina lo tenemos claro, hemos tomado plena conciencia de que al fin del día todos somos uno; la ética de la solidaridad nos convoca, es la responsabilidad política, social, ética y ambiental. Necesitamos trabajar en conjunto con el sector privado para aprovechar las oportunidades de transición, para desarrollar industrias eficientes y no contaminantes, apalancando el enorme potencial que la Argentina tiene en materia de generación limpia en todo su territorio, con magníficas oportunidades solares en el norte y los mejores vientos del mundo en la Patagonia, y en el desarrollo también de las materias primas como litio y del hidrógeno verde en todas sus variantes, para agregar valor en el país.
Creemos que hay condiciones para que Argentina asuma un rol de liderazgo en materia de electromovilidad, con un marco legal robusto que estamos diseñando. Tenemos que favorecer mediante iniciativas de política industrial el desarrollo de núcleos productivos en torno a industrias limpias, para salir fortalecidos de este desafío que se le presenta al país y a la humanidad. Para nosotros, la economía del conocimiento ya es una realidad, y es prioritario para la Argentina integrarse a las cadenas globales de valor a través de la tecnología 4.0. Tenemos una ley aprobada con amplio consenso, como eficaz política de Estado. En síntesis, tenemos esperanza frente al tiempo que se avecina. Mantenemos firmes un idealismo realista y un pragmatismo que no olvida los valores a la hora de tomar decisiones. Ha llegado el momento de unir fuerzas para abordar los problemas endémicos que desde hace años arrastra nuestro mundo: deuda soberana insostenible, pobreza extrema, acceso al agua, igualdad de género, desastres naturales, cambio climático y también corrupción. Al mismo tiempo, debemos impulsar una agenda de temas de vanguardia, propios del siglo XXI, el futuro de la educación y el trabajo, la telemedicina, las cadenas productivas 4.0, la inclusión digital, el definitivo empoderamiento de las mujeres y por supuesto la infraestructura verde. No estoy hablando de temas tecnocráticos, ni de hojas de cálculo propias de un Excel, estoy hablando de temas existenciales, que requieren una ciencia política y una ciencia económica que caminen juntas, iluminadas por la pasión de hacer de este mundo una tierra mejor.
La economía debe recuperar el sentido ético que ha perdido. Nuestro querido Papa Francisco, lanzó el año pasado una convocatoria universal a pensar otro modo de hacer economía. Coordinó ese encuentro mundial en Asís, en Italia, el economista Luigino Bruni, que acaba de publicar un libro titulado Capitalismo Infeliz. Ese título, Capitalismo infeliz, me parece una magnífica definición de lo que debemos dejar atrás. Ahora, el pacto solidario global es la meta que tenemos por delante, tenemos que superar la infelicidad opulenta de sociedades que descartan a los más débiles e idolatran la ganancia desenfrenada y deshumanizada de un modo amoral. Ni la economía, ni la política, son un mero contrato sino un conjunto de relaciones entre seres humanos, donde las heridas, los sueños y las expectativas del otro también cuentan a la hora de construir decisiones y mirar con ojos nuevos los horizontes del futuro. Es ahora o nunca.
Podemos elegir ser meros observadores de un mundo de lento crecimiento y creciente desigualdad, despreocupado del medio ambiente, y dedicarnos, como hasta ahora, a los negocios, o podemos optar por actuar con valentía y decidir ser protagonistas en la tarea de sentar las nuevas bases para un enfoque innovador, hacia un desarrollo sustentable e inclusivo. De esta pandemia debe nacer un mundo mejor, es nuestra responsabilidad hacer que esto suceda. Desde Argentina, los invito a ser socios en esta tarea.
Muchísimas gracias.
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