Tres años después del golpe que terminó con el gobierno de Arturo Illia y luego de "La noche de los bastones largos", llegaban los programas de ajuste de Krieger Vasena y Onganía prometiendo "eternidad", porque tenía "objetivos y no plazos".
Los trabajadores dijeron basta a las políticas de entrega, la represión y la muerte de la Constitución.
