Los diarios del domingo muchas columnas a las declaraciones que realizó Aníbal Fernández la semana pasada. El Ministro de Seguridad dijo que si gana la oposición las calles de la Argentina se regarán de sangre y de muertos. El comentario periodístico y político –sin originalidad- reseñó la historia de hechos de violencia atribuidos pero no los sufridos por el peronismo. Que el cristinismo prepara un plan destituyente y que el peronismo organiza un autogolpe. Pero Aníbal Fernández cerró su alocución con una definición cuya solidez política debiera discutirse en esos términos, mas allá de alusiones a sangre y muertes.
Dijo que el plan económico-social de la oposición no cierra sin represión. Y basta con repasar sus principales promesas electorales para advertir cuán semejantes son a los puntos programáticos del Plan Martínez de Hoz y para preguntarse sobre su viabilidad en los marcos de la actual legalidad democrática. Y como la respuesta a esta pregunta es pesimista, hay muchos argumentos para afirmar que -si triunfa la oposición de derecha en las presidenciales- Aníbal Fernández está en lo cierto. Eso no cierra sin represión. Solo nos queda por ver cuáles serán los niveles de violencia estatal si un neoliberalismo desbocado accede al gobierno. Desarrollamos esta idea en la columna que está mas abajo.
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