El actor, director teatral, dramaturgo y docente, habló de su destacado rol al frente de la obra unipersonal, Habitación Macbeth, un papel en el que "el cuerpo del actor se transforma en una habitación donde aparecen todos estos personajes que son utilizados por las brujas que lo toman para esa representación".
"Es muy placentero para mí hacer esta obra ya hace 4 años", agregó.
Asimismo, destacó el hecho de que la obra fue lanzada durante la pandemia de Coronavirus y resaltó la necesidad que tuvo de "ir más haya de los lenguajes de la época que no alcanzaban para expresar lo que teníamos adentro, la necesidad de violentar los lenguajes".
A su turno, se refirió a cómo fue la adaptación del guion durante su aislamiento en Mar Azul y reflexionó sobre la identidad de las personas "que se liberan en los momentos artísticos".
"La identidad es una ficción, una construcción en nuestros cuerpos, donde parasita un yo que se dice ser y obtura un nivel poético existencial que no podemos alcanzar por esa construcción, salvo en los momentos artísticos donde uno suspende esa ficción y pasa a dar con la identidad estructural que todos somos y que nos lleva a los que somos"
Sumado a eso, señaló que las obras de Macbeth se convirtieron en piezas complejas "por el uso ampuloso y burgues".
Habitación Macbeth es el intento de arrojar junto a Shakespeare un piedrazo en el espejo también en el nivel de las formas de producción, de transparentar la estructura soporte, la máquina teatral y su metáfora, sin menguar la extraordinaria potencia poética que sostienen sus efectuaciones ficcionales, por el contrario, mestizándose con ellas, acrecentándolas, defendiendo la máscara (Macbeth), pero también sus misterios sagrados, su ser artificio ritual de una presencia (nos otros) que siempre evade la emboscada que el teatro le tiende amorosamente para develarla, y que tal vez sea la nuestra en esa latitud de ser sin máscaras.
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