El papa Francisco conmemoró el 40 aniversario del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, y destacó la importancia del diálogo y la resolución pacífica de conflictos en un mundo actual marcado por la guerra.
En la Sala Regia del Vaticano, el mismo lugar donde se firmó el Tratado el 29 de noviembre de 1984, el Papa Francisco presidió una ceremonia para celebrar este importante aniversario.
Asistieron diplomáticos de diferentes países acreditados ante la Santa Sede. Sin embargo, la ausencia del canciller argentino, Gerardo Werthein, por orden del presidente Javier Milei, marcó un punto de tensión en la celebración.
La resolución de la larga disputa del Canal de Beagle y el Tratado de paz y amistad entre Argentina y Chile, 40 años después, siguen siendo un hito en la diplomacia.
El tratado, firmado el 29 de noviembre de 1984 en el Vaticano, archivó una disputa de una década entre Argentina y Chile con el "reconocimiento definitivo e inalterable de sus respectivas esferas de soberanía" a lo largo del Canal de Beagle, un corredor de 240 km esencial para conectar los océanos Atlántico y Pacífico en el extremo sur del continente americano.
Historia
La coyuntura histórica y política de finales de la década de 1970, con los dos países dirigidos por regímenes militares, llevó a Argentina y Chile al borde del conflicto armado. En 1977 Buenos Aires rechazó el veredicto de un arbitraje internacional, favorable a las pretensiones chilenas, y estuvo a punto de lanzar la «Operación Soberanía» con un ataque ya planificado para el 22 de diciembre de 1978 a la isla Nueva, en la desembocadura oriental del canal de Beagle. La retórica de Videla y Pinochet, los dos generales en el poder a ambos lados de la Cordillera, soplaba gélidos vientos de guerra.
Para evitar tan sombríos presagios fue necesaria la intervención de la Santa Sede, que optó por desplegar todas sus dotes diplomáticas: el Papa Juan Pablo II, pocas semanas después de ascender al trono petrino, lanzó un llamamiento a los presidentes de Argentina y Chile «con la ferviente esperanza de ver superada la controversia que divide a vuestros países y tanto aflige mi alma». La Santa Sede, a diferencia de otros actores internacionales, fue considerada por ambas partes como una tercera parte mediadora fiable y el general Videla aceptó la propuesta de mediación, frenando las intenciones beligerantes.
El 26 de diciembre de 1978 llegó a Buenos Aires el cardenal emilianense Antonio Samorè, diplomático experto en América Latina, elegido por el Papa para la mediación. Samorè se reunió inmediatamente con Videla y en los días siguientes viajó entre Santiago de Chile y Buenos Aires para mantener una serie de conversaciones con ambos presidentes.
La caída del régimen militar argentino en 1983 -unida al deseo de Pinochet de no caer en el aislamiento internacional- hizo propicio el momento para la firma del tratado. Un paso favorecido también por el respaldo del pueblo argentino, que aceptó mayoritariamente los términos del acuerdo en el referéndum promovido por el gobierno de Raúl Alfonsín pocos días antes de la firma.