Lourdes Marchese y Andrea Baldivieso analizan los temas policiales de la semana y la investigación judicial en torno a casos emblemáticos de la historia argentina.
Érica Soriano tenía 30 años, estaba embarazada de ocho semanas cuando desapareció el 20 de agosto de 2010.
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Luego de una consulta obstétrica junto a su pareja, Daniel Lagostena, Érica volvió a su casa sobre el Pasaje Coronel Santiago 1433 de Lanús, provincia de Buenos Aires.
Su cuerpo nunca fue encontrado pero con el tiempo salió a la luz una historia de violencia, malos tratos y celos obsesivos que permitió condenar con 22 años de prisión a Lagostena por los delitos de homicidio en concurso ideal con aborto.
Además, la investigación destapó la existencia de una red clandestina de cremaciones en el sur del conurbano, donde la impunidad y la falta de controles facilitó que desaparecieran cuerpos sin dejar rastro.
Ecos Criminales conversó con la hermana de Érica, Verónica Soriano y con el Doctor Gabriel Vitale, Juez de Garantías nº 8 de Lomas de Zamora.
“Había varias cuestiones que nos llamaban la atención”, dijo el juez, “la prueba de los celulares fue muy importante porque estableció la trazabilidad del recorrido que los lleva desde el lugar del control médico hasta la casa que compartían en Lanús”.
“La sentencia del Tribunal nº 9 fue confirmada por todas las instancias de la provincia de Buenos Aires y la Corte Nacional, está firme”, remarcó.
“La familia pudo tener una respuesta concreta del Poder Judicial, tuvo una condena en una causa compleja y la certeza de una responsabilidad penal de una persona”, concluyó el Dr. Vitale.
Por su parte, Verónica recordó cómo fueron las últimas horas previas a la desaparición de Érica y, respecto a la responsabilidad de Lagostena, reconoció que “en ningún momento pensamos que podía ser él”.
Si bien valoró que se alcanzara una condena judicial, reflexionó "es injusta la muerte de mi hermana".
