En la primera jugada del partido, Senegal marcó la cancha. Sacó del medio y metió un pelotazo largo tipo a cargar de rugby. Y Polonia, insólitamente sorprendida, no supo resolverlo y terminó dividiendo la pelota. Situación que repetiría una y otra vez. Senegal en su ritmo, con dos centrales gigantes (1,95 promedio) para frenar a Lewandowski, con las líneas juntas pero no tan retrasado.
La receta: forzar el error polaco, frase que sonó mejor cuando se vio que la cantidad de errores no forzados iban a ser interminables. Y luego, darle la pelota Sadio Mane, para que del Liverpool pensara todo lo que no pensaban los demás. Polonia tenía la pelota pero no sabía para qué y Senegal se empezó a animar.
Y si bien el primer gol fue en contra, la jugada previa fue un resumen de la historia del día. Error en mitad de cancha polaco (lo soplaron a Piszczek y se cayó), avanzaron a un toque, la abrieron de izquierda a derecha para que saliera el remate de Gueye que se desviaría en Cionek.
A los 15 del complemento, los africanos aumentaron la diferencia con un gol polémico: Niang, que había salido golpeado, recibió la orden del árbitro para volver a la cancha y recibió un pelotazo que lo dejó enfrentado al arquero polaco, que fue cómplice absoluto del tanto.
La respuesta polaca llegó tarde. Los europeos comenzaron a presionar alto y tuvieron premio en la cabeza de Krychowiak, aunque el tanto no alcanzó y fue victoria para Senegal, que ahora comparte el liderazgo del grupo con Japón, que más temprano superó a Colombia.
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