Entrevista a Laura Jurkowski

Adicción a las pantallas: claves para superar la dependencia tecnológica

El uso compulsivo de dispositivos digitales se perfila como una problemática creciente en Argentina: expertos hablan sin rodeos sobre una “pandemia silenciosa” que atraviesa todas las edades y regenera culturas de consumo hiperconectado, afectando concentración, sueño y salud mental. Esta situación exige atención urgente.

 

Laura Jurkowski, psicóloga especialista en adicción a las tecnologías y directora del Centro Reconectarse, dialogó con el equipo de Creer o reventar y brindó un panorama claro de la realidad local,

"Está aumentando muchísimo la dependencia al celular, lo que genera mucha ansiedad. La adicción a las pantallas es igual que otro tipo de adicción", advirtió.

En ese marco, dio algunas recomendaciones para un uso más saludable del celular y expresó: "Hay que plantearnos en ciertos momentos del día dejar el celular, durante media hora dejar el celular en otro sitio. Sacar las notificaciones que no sean fundamentales".

Aunque en el país faltan grandes investigaciones propias, el uso intensivo de celulares y redes sociales coloca a los argentinos entre los mayores consumidores globales.

El diagnóstico se completa con recientes datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA y la UCA en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Humano porteño, que señalan que más del 40 % de los adultos argentinos utilizan el celular durante cinco horas o más por día. Entre jóvenes de 18 a 30 años, este porcentaje trepa al 60 %, mientras que uno de cada cuatro adultos presenta comportamientos de riesgo alto por uso excesivo.

Recomendaciones para reconectar con nosotros y limitar la dependencia

  • Establecer espacios libres de tecnología, especialmente antes de dormir y al despertar, para evitar interferencias en los ritmos biológicos y la calidad del descanso.
  • Fomentar prácticas de ocio sin dispositivo, como leer, conversar o disfrutar del entorno, para cultivar habilidades cognitivas y emocionales.
  • Implementar el “tiempo sin pantallas” en familia o con amigos, recuperando la comunicación cara a cara como base del bienestar relacional.
  • Adaptar los límites según la edad y necesidad, evitando una prohibición general, pero promoviendo hábitos saludables desde la infancia y adolescencia.