Por Santiago Lucía- @Santilucia
Dame motivos para ser optimista. ¿Cómo hago para creer que nos puede ir bien en Rusia?-
Así me interpeló por enésima vez Dani, el verdulero, mientras pesaba un kilo de papa negra que le había pedido. “Messi”, le respondí. El Mundial entra en nosotros por todos lados. “Messi”. No hay una fecha precisa. “Messi”. Pero de repente cada una de nuestras actividades está invadida por Rusia 2018. “Messi”. Desde el desayuno con la radio anunciando la temperatura en Buenos Aires y Moscú hasta el último zapping somnoliento con los primeros enviados de la televisión a la Plaza Roja. “Messi”.
En medio de todo esto, las posibilidades de Argentina. “Messi”. Las tres finales perdidas, el equipo que no encontró su funcionamiento y el horizonte que aún se ve nublado. “Messi”. Un ciclo mundialista que se parece más a una nueva emisión de Misión Imposible, que al recorrido natural de un equipo que necesita sus tiempos para afianzar ideas y funcionamiento. “Messi”. Entonces la memoria emotiva viaja al 13 de julio de 2014 al estadio Maracaná y todavía se lamenta de no haber poder subir al último escalón. “Messi”. Y vino la renuncia de Sabella. “Messi”. La muerte de Grondona. “Messi”. La degradación explícita de la clase dirigente de fútbol con la votación que terminó 38-38. “Messi”. El ciclo Martino que ilusionó y se terminó desvaneciendo por la inoperancia de AFA. “Messi”. El mejor del mundo dijo que no iba a volver a jugar en la selección, pero afortunadamente se arrepintió rápido. “Messi”. Vino Bauza y hasta una Comisión Normalizadora. “Messi”. Chiqui Tapia llegó a la presidencia a través de elecciones y con él Sampaoli. “Messi”. No le pudimos ganar a Perú y a Venezuela de local pero clasificamos en la última fecha porque ÉL vino a rescatarnos. “Messi”.
Lo miré a fijo a Dani, respondí con cinco letras pero el más fuerte de todos los argumentos para creer –“Messi”.
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