Las elecciones provinciales de Córdoba registraron el nivel de participación electoral mas bajo desde 1983. Fueron siete puntos entre abstenciones; votos en blanco y nulos. Tercera fuerza electoral. ¿Qué dicen estas voluntades expresadas en el rechazo al sufragio? ¿Indiferencia, rechazo a todos los partidos políticos, rechazo a la política o aún a la democracia? Estas preguntas son retóricas en sentido estricto. Las respuestas que sugerimos son inexorablemente hipotéticas. Investigaciones realizadas con el rigor de las ciencias sociales podrán producir explicaciones mas cercanas a la verdad. Sí afirmamos que “si la democracia representativa representa cada vez menos”, esa democracia está en serios problemas cuya resolución tiene a la dirigencia como principal responsable. Es quien debe pensar por qué el voto, conforme nos acercamos al 10 de diciembre, 40 años de democracia, es cada vez menos atractivo para crecientes franjas de la ciudadanía y no solo en Córdoba; también en otras provincias y en el nivel nacional.
Votos en blanco, nulos y abstención expresan algo que –por la negativa- sugieren algo. La clase política es quien debe descifrar qué se rechaza y qué propone esta negación para hacer las correcciones del caso. Los elencos gubernamentales, opositores y quienes aspiran a ejercer poder político son los actores responsables de vincular el voto y a la misma democracia con las vidas de quienes votan o deben votar. Si son profesionales solo para la rosca política, esa es una profesionalidad incompleta.
La dirigencia debiera demostrar y ejercer sabiduría para representar el poder que le fue delegado con el voto, y a la hora de vincular a la democracia con las condiciones sociales de existencia. De qué manera quienes votan sienten que el voto mejora sus vidas. Porque cuando la principal preocupación de cada día es la sobrevida biológica, no hay tiempo para pensar en política. Desarrollamos esta idea en la columna.
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