Tras estallar una nueva polémica por un reclamo limítrofe de Chile hacia Argentina, el canciller de ese país Andrés Allamand intentó bajarle el tono al conflicto y dijo que en los próximos días tendrá un contacto con su par argentino Felipe Solá porque entiende que el tema se debe resolver a través del “diálogo diplomático”.
La decisión que ordenó el presidente Sebastián Piñera, el 23 de agosto, pasó inadvertida casi toda la semana y fue la publicación del 27 de agosto en el diario oficial la que prendió las alarmas por parte de la Cancillería argentina. Al día siguiente, el Ministerio de Relaciones Exteriores lanzó un duro comunicado en el que acusaba a Chile de "pretender apropiarse de una parte de la plataforma continental argentina" y en el que defendía que esta situación debía resolverse.
Pero hasta ahora, Chile mantiene su postura y desde su Cancillería sostienen que se trata de un ha “reclamo histórico” porque esa zona del Atlántico sur que incluyó en su carta náutica siempre le perteneció. "Nadie se apropia de lo que le pertenece", respondió el canciller chileno Andrés Allamand.
Son 200 millas que en los 80 casi llevan a un conflicto bélico entre los dos países, situación en la que medió el entonces Papa, Juan Pablo II, y que culminó con la firma de un Tratado de Paz y Amistad entre ambos países, en 1984. Este es el Tratado que viola Chile en su nueva carta náutica.
La disputa se centra en los accesos marítimos que dan vía al estrecho de Magallanes y el paso de Drake, y que dan control sobre el acceso a los océanos Pacífico y Atlántico. La cancillería argentina indicó que "la medida intentada por Chile pretende apropiarse de una parte de la plataforma continental argentina y de una extensa área de los fondos marinos y oceánicos”.
Este espacio marítimo “forma parte del Patrimonio Común de la Humanidad" en conformidad a lo aprobado por la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho al Mar”, se señaló.
Después de la firma del Tratado, que empuja la solución pacífica, Argentina mantiene la propuesta de que debajo de las islas que quedan al sur del canal Beagle, como Evout, Barnevelt y Hornos, se trace una línea recta hacia el sur. Así, los argentinos se quedarían con las aguas del océano Atlántico y los chilenos con las del Pacífico como dicta el principio bioceánico de diferentes tratados internacionales.
Pero Chile siempre alegó que ese principio bioceánico no existe y que, en cambio, esos tratados les dieron a ellos las islas al sur del canal Beagle. Bajo ese pretexto es que afirman que su plataforma del límite continental está 200 millas más hacia el este de lo que plantea Argentina. Y fue justo esa adición la que hizo el gobierno de Piñera actualizando la Carta Náutica.
