Feminismos y patriarcados; progresistas y reaccionarios; la Sociedad Rural, militancias populares y Ceos están unidos en un punto: la valoración y demanda de empatía. Como todas las palabras y conceptos gastados por usos indiscriminados, éste perdió su sentido o quizá nunca tuvo el significado que le otorgan sus hablantes.
Alexandra Kohan, psicoanalista y autora de libros como Psicoanálisis: por una erótica contra natura, Y sin embargo el amor, entre muchos otros, es quien desarrolla una de las más fundadas críticas a la empatía. En sus dichos y escritos nos basamos para resumir una impugnación de esta palabra/concepto que –como todo lo que concita consensos universales- invita la sospecha.
Y Kohan es convincente si no inapelable cuando, por ejemplo, argumenta por qué ponerse en el lugar del otro es imposible, indeseable o ambas cosas; que, en rigor, “el discurso de la empatía no soporta la otredad como tal”.
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