Todo en la vida (y en el deporte, claro) es según con el cristal con que se mira. Y en el título de esta nota está resumido lo que puede ocurrir el sábado en Mendoza en la final de la Copa Argentina.
Allí está River. Que se preparó para la Libertadores desechando el torneo local. Pero perdió todo…hasta con Boca. Ahora, para algunos, la Copa Argentina sería un premio “consuelo”. No parece justo minimizar tanto la competencia.
El equipo de Gallardo es el que está “obligado” a ganarla. Por historia. Por plantel. Por la Libertadores que no fue. Y si la pierde, hará ruido. Aunque no pondrá en riesgo el trabajo del entrenador.
Del otro lado está Atlético Tucumán. En el mejor año de su historia. Jugando la final contra todos los pronósticos. Con casi 50 partidos oficiales “en el lomo” en el 2017. De dignísima participación en la Libertadores y en la Sudamericana.
Ya sabiendo que jugará la Libertadores en el 2018, el equipo del muy buen técnico que es Zielinski sufrió a mediados de año una “sangría” de titulares, pero se rearmo y el sábado estará parado de igual a igual ante River. Para cerrar el mejor año del resto de su vida…
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