El domingo votamos en el año 40 años de democracia. Seguimos y seguiremos vinculando lo que será la celebración de este número redondo con “la democracia realmente existente”. 40 años es un tiempo más que suficiente como para configurar un período histórico. Dos ejemplos. La resistencia peronista duró menos de dos décadas. Los años ´70 duraron 7 años. Desde el Cordobazo hasta el fin de la dictadura. Estos dos períodos, comparados con nuestros 40 años, sobresalen por su intensidad. En cuatro décadas bien pudo ocurrir algo más que votar intendentes, gobernadores, legisladores. No pasó mas que eso y, como si fuera poco, esta democracia no entusiasma ni siquiera para votar.
El clima de este mes electoral es parecido al que precedió a las elecciones de octubre de 2001. Ese mes de ese año hubo comicios legislativos. El resultado fue de “tres tercios”. Un tercio la Alianza, otro tercio el peronismo y otro tercio lo que en ese momento se llamó “voto bronca”, que fue la sumatoria de votos en blanco, abstención y en votos autoimpugnados poniendo en el sobre fetas de salame o dibujos de Clemente, el personaje de historieta mas popular del momento.Fue el mes de la agrupación Kilómetro 501. ¿Por qué este nombre? Estamos obligados a votar si el día de la elección se está hasta 500 kilómetros de distancia de nuestro domicilio o lugar de votación. La idea de este grupo, que militaba en contra de toda la clase política de entonces, era trasladarse y ubicarse en el kilómetro 5001 para no votar. No importa que el no votar no tenga mayores consecuencias. 501 quería demostrar una abstención activa. Después de este octubre del 2001 vino el diciembre de 2001.
Nada indica que estos dos hechos se vayan a repetir tal cual. Hoy se habla, como hipótesis, de un escenarios de cuatro cuartos. Un cuarto Juntos por el Cambio, otro cuarto Unión por la Patria y otro Milei. Y otro cuarto para la versión 2023 del “voto bronca”. El significado de este voto es ambiguo. No es de fácil lectura. ¿Expresa apatía política? Si la respuesta es afirmativa, la pregunta debiera ser por qué la hay. Por qué estamos en los pisos más bajos de participación electoral. ¿Es un voto antisistema? Puede que en algunos casos sí, pero hay que precisar “anti qué sistema”. Sería una “bronca progresiva” si manifiesta rechazo a una democracia excesivamente formal en la cual lo importante es decidido por quienes tienen mas poder en la sociedad y no por quienes votan. Y si propone una democracia mas avanzada. Sería una “bronca regresiva”, que tira para atrás, si impugna lo poco de democracia que tenemos y propone que el mercado lo decida todo y que las elecciones no interfieran en los negocios de los grandes propietarios. Es la bronca regresiva del voto a Milei. Ayer protagonizó un acto y sus seguidores cantaban el “que se vayan todos”.
Y Milei alentaba este cántico desde el palco. Desde los años 90 se empezó a hablar de la “crisis de representación” política. Se produjo mucha bibliografía al respecto. Esta crisis no es fácil de resolver (entre muchos otros motivos) porque la vida política ya no tiene como centro a los partidos políticos. Y me refiero a la forma tradicional en la que se organizaban los partidos, con sus Congresos, Plenarios y su militancia. Los partidos formaban núcleos activos de jóvenes, de personas que promovían ir a votar con “un por qué” claro. La identidad partidaria incluía la fuerza de un programa.
Está claro que estas “viejas” formas de hacer política no fueron sustituidas con eficacia primero por los focus groups ni después de las redes. Ya debiera terminar la celebración de las de éstas como “un Ágora de la posmodernidad”, que permite a cualquier persona del planeta discutir sobre cualquier cosa que incumba a su país y al planeta”. Y que esto significa una democratización del mundo. Lo cierto es que el domingo tenemos que ir a votar, aunque el día de las elecciones no sea “un día de fiesta de la democracia”, como dicen y dirán todos los candidatos, candidatas a los periodistas después de votar. “O inventamos o erramos”, dijo Simón Rodríguez, el maestro de Simón Bolivar. La invención o la reinvención de la democracia no es tarea de políticos tradicionales porque ellos, ellas, están cómodos con esta democracia realmente existente. Es una tarea de lo que Perón llamaba “organizaciones libres del pueblo”. Un punto de partida puede ser “cuáles son, en el 2023 estas organizaciones populares libres autónomas. Y/o crearlas.
Nacional Informa, de lunes a viernes de 7 a 9 por AM 750 y FM 100.1