En la era digital, el fenómeno del discurso de odio ha adquirido una relevancia alarmante. Incluso después de la pandemia, hemos presenciado un incremento constante en la propagación de este tipo de mensajes. Como observadores en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), monitoreamos de manera continua estos sucesos en nuestro observatorio de medios, y desafortunadamente, hemos constatado la creciente crudeza de estos discursos.
El discurso de odio trasciende los límites de los medios hegemónicos y se expande a diversas plataformas. Las redes sociales como WhatsApp, Facebook, Instagram y Twitter se han convertido en espacios donde cualquier persona puede expresar cualquier cosa, sin restricciones. Estas plataformas han sido utilizadas para difundir mensajes cargados de odio y violencia hacia individuos o grupos específicos.
Es importante comprender la naturaleza del discurso de odio y sus consecuencias. Se caracteriza por atacar, denigrar y estigmatizar a personas basándose en su raza, género, religión, orientación sexual, entre otros aspectos. Estos mensajes generan un efecto dominó, dando lugar a comentarios que promueven aún más el odio y los insultos. Lamentablemente, hemos presenciado casos extremos en los que el discurso de odio ha llevado incluso a la pérdida de vidas humanas.
El impacto del discurso de odio no puede subestimarse. No solo causa un daño emocional y psicológico significativo a las personas afectadas, sino que también perpetúa la discriminación y la intolerancia en nuestra sociedad. Además, su influencia puede extenderse más allá de los límites de las plataformas digitales, afectando las interacciones personales y la convivencia en general.