En la Argentina pos PASO de Milei, el primer paso es, debiera ser comprender. Y ¿después qué? La comprensión puede quedar en simple aunque precisa descripción. O al revés: en precisa aunque simple descripción. Otra posibilidad es “comprender para transformar”. Lo cual, obvio, no es obligatorio. Bien se puede llegar a la conclusión de que es un nuevo espíritu de época, considerarlo un dato y aún celebrarlo. Y subirse a la ola. Esta es una idea del radicalismo cordobés. Un dirigente le dijo al diario La Voz que “el radicalismo girará a la derecha, con la única misión de que Bullrich crezca frente a Milei”. Marx, en una cita más o menos conocida de su tesis 11 sobre Feuerbach, dice que "los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo". El filósofo esloveno Slavoj Žižek propone redefinir el enunciado de esta manera: volver a pensar el mundo para después sí, transformarlo. Se refiere a este mundo neoliberal, capitalista de de plataformas, un mundo que necesita encontrar al sujeto de transformación que en el Siglo XX fue el proletariado industrial. En esta línea y a escala micro, módica, ínfima, a lo mejor necesitamos volver a pensar la Argentina después de las PASO del domingo. Martín Rodríguez, periodista y escritor, nos da un (buen) punto de partida cuando escribe que “Milei no tiene razón pero sus votantes sí”. Podemos interpretar la definición así: Milei “no tiene razón” en sus diagnósticos y propuestas programáticas que extreman el capitalismo neoliberal hasta límites todavía no explorados en nuestro país. Libertad para morirse de hambre, vender órganos para evitarlo y toda una serie de críticas que se convirtieron rápido en previsibles, obvias, y remanidas. Entonces, el discurso de Milei no tiene razón. Pero, agrega Martín Rodríguez, sus votantes sí. Uno lo entiende de esta manera. El voto a Milei tiene una racionalidad. Durante un siglo se consideró al populismo como sinónimo de “irracionalidad política”. Se dijo que es puro sentimiento, manipulación. Puro capricho reivindicativo de bienes y servicios que “está por encima de las posibilidades del pueblo”, como dijo en su momento un funcionario macrista, Javier González Fraga. “Populismo” era sinónimo de irracionalidad política hasta que en el año 2004 Ernesto Laclau, teórico, filósofo político argentino, escribió y publicó La razón populista. Subrayo y el autor subraya la palabra “razón”. Y teoriza sobre la racionalidad política que sí tiene el populismo. Se trata de una racionalidad repudiada por nuestro republicanismo político y mediático, que es un republicanismo ignorante. Pero, guste o no guste a nuestras derechas, fundamenta Laclau, tiene una racionalidad. En esta línea, se trataría de inferir qué racionalidad hay en el tan masivo voto a Milei. No es conveniente empezar este análisis con el nivel ideológico. Por ejemplo, “ganó la antipolítica” “derechización de la sociedad”. Las razones deben ser buscadas en las transformaciones que se produjeron en la formación social argentina. Ocurre una “lucha de clases horizontalizada”. No de trabajadores contra burgueses sino de trabajadores formales en contra de trabajadores precarizados; clase media contra pobres, una clase media empobrecida que solo conserva símbolos, algunos consumos culturales de clase media. Esta nueva configuración social producen valores individualistas, de lucha en contra de quienes están al costado o abajo. Estas ideas, valores, ideologías no son peronistas, nacionales y populares, progresistas, de izquierda. Y quien tenga alguna de estas identidades político-ideológicas, tendrá que dar el paso mas importante y más difícil. Cómo, después de caracterizar, después de repensar la Argentina con la “novedad Milei”, se reorientan estrategias en función de objetivos peronistas, nacionales y populares, progresistas o de izquierda.
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