El genocidio comienza con el discurso, construye de estigmatización y destruye grupos minoritarios, aseveró Héctor Shalom, director del Centro Ana Frank en el seminario internacional “Los desafíos de la Comunicación frente a los discursos de odio” que transcurrió el pasado jueves y viernes en San Carlos de Bariloche, Río Negro.
El evento estuvo atravesado por una alarmante realidad: los discursos de odio son constructores de violencia. Es decir, las expresiones discriminatorias o que estigmatizan a colectivos vulnerables en los medios de comunicación pueden inducir a la violencia en el mundo real. Se trata de un fenómeno que se da a nivel internacional y es difícil de definir, y aún más de regular. Dado que la libertad de expresión es un derecho humano, y limitarlo podría conducir a la censura, pero no hacerlo podría llevar a la violencia. ¿Qué hacer entonces? Nos encontramos ante un verdadero desafío como sociedad.
“Discurso de odio es todo aquello que puede convertirse en una apelación a la violencia, porque se basan en discriminar o acusar a determinadas comunidades o personas de conducta delictivas, y también apuntan a reforzar prejuicios”, expuso la defensora del Público Miriam Lewin, quien participó junto a la presidenta de la Agencia Nacional de Noticias Télam, Bernarda Llorente, en uno de los paneles dedicado a la construcción de estrategias para la moderación de discursos de odio en los medios tradicionales y digitales. Lorrente, por otro lado, planteó necesario revertir la mirada sobre las minorías: "Hablamos de odios hacia las minorías, pero si esas minorías se sumaran conformarían una mayoría, mientras que el odio sobre ellos proviene de una minoría que son las elites económicas, mediáticas y políticas".
Lo cierto es que estigmatizar es el camino más fácil de un pensamiento. Funcionamos a partir del uso de estereotipos. Cuando conocemos a alguien el camino más simple es encasillarlo en lo que conocemos, sin analizar, sin evaluar, y mucho menos problematizar. De ahí que Lewin plantea que estos discursos justamente apelan a un prejuicio existente y por eso son tan efectivos, y eso es profundamente peligroso. “Los discursos de odio son efectivos porque apelan a un prejuicio que yo ya tenía, refuerzan este prejuicio y refuerzan mi identidad, yo me siento parte de una comunidad o de un grupo que odia a los judíos, que teme y acusa a los mapuches, que piensa que las personas trans son degeneradas y se hacen tratamientos dehominización con la nuestra”, apuntó.
Por esto es tan importante generar espacios de encuentro, encontrarnos, para conocernos, y que así caigan los estigmas, estereotipos y prejuicios semilleros del odio.
Lic. Inka Von Linden - Columnista especializada en Genero
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