Cámaras de seguridad en las calles, vigilancia en las redes sociales, sistema de puntuación para el comportamiento de los ciudadanos, en China, los gigantes de la tecnología y el gobierno están poniendo en práctica uno de los sistemas más sofisticados para supervisar cada momento de la vida de las personas. La ficción se transforma en realidad.
“Devolví la deuda unos días tarde y mi nota bajó de 560 a 474”, dice Zhao Dongsheng, quien tardó en pagar una deuda y su nota como ciudadano cayó, en el sistema de puntuación que los gigantes tecnológicos crearon a petition del gobierno chino.
“Después de haber saldado la deuda, ha subido 3 puntos. Pero aumenta muy despacio, a un punto por mes”, se lamenta Dongsheng. “Para cuando consiga la nota anterior seré un anciano”.
Un tiempo antes Dongsheng perdió su empleo a cargo de un proyecto de construcción, cuando las autoridades calificaron a su trabajo de “nocivo para el medioambiente”. En medio de la ola para proteger al planeta de los efectos adversos del cambio climático, Dongsheng se quedó sin trabajo de un día para otro.
El caso de Dongsheng no es el único en China, un país donde las autoridades parecer ser amantes de la serie de televisión inglesa, Black Mirror. En uno de los episodios de esa serie, las personas viven obsesionadas con la puntuación social que se les asigna a todas horas. A través de las redes sociales, interactúan con su entorno con un solo objetivo, subir la nota. Su comportamiento en la calle también se mide. Si alguien pierde el control y se comporta de forma poco cívica, en seguida los que le rodean pueden bajar su puntuación a través de un solo click en el móvil. Es una distopía que parece estar haciéndose realidad en China en la forma de un sistema de puntuación social.
Una gran parte de la población en China utilizan la aplicación WeChat, similar a WhatsApp, pero más elaborada. Además de poder comunicarse entre personas, WeChat también permite hacer transferencias bancarias y realizar todo tipo de pagos, desde el taxi hasta el alquiler.
A través de este tipo de aplicaciones el gobierno chino puede medir los movimientos de dinero. Pero ahora el objetivo de las autoridades es también hacerlo con los comentarios políticos en las redes sociales, los hábitos de compra, los círculos en los que se mueven las personas, incluso los currículums.
“El sistema de la puntuación social tiene un lado positivo: así se podrá controlar la actitud de la gente en la sociedad, evitar los comportamientos no cívicos”, dice Dongsheng. “Pero no está bien que este sistema juzgue por ejemplo a los que dedican demasiado tiempo a los juegos de ordenador, o lo que dicen online. El sistema debería juzgar a las personas según su forma de tratar a los demás, no según sus opiniones o sus hobbies”.
Por ahora formar parte del sistema de puntuación es voluntario, pero a partir de 2020 será obligatorio para los más de 1300 millones de chinos.
“Me preocupa mucho, siento que no tengo privacidad y que me vigilan. Es como si estuviera viviendo en la película El Show de Truman”, dice Peter, uno de los millones de habitantes de Pekín, la capital de China. Si uno se para en cualquier calle del centro de la ciudad, casi la mitad de los viandantes caminan mirando el móvil. La mayoría ya están al tanto del sistema de puntuación social.
“Seguramente no estaré en este país en el 2020 cuando el sistema de puntos sea obligatorio. Si sigo aquí, intentaré protegerme utilizando lo menos posible las redes sociales y aplicaciones”, dice Peter.
Ahora los gigantes tecnológicos como WeChat o Alipay ya están colaborando para perfeccionar la forma de recolectar información y medir a cada ciudadano, y no solo a través de las aplicaciones, también a través de las cámaras de seguridad que han invadido Pekín. Se calcula que ya hay más de 30 000 cámaras vigilando cada movimiento en la capital.
Megvii es una empresa que se ha enriqueciendo fabricando cámaras inteligentes. Utilizando un sistema minucioso de reconocimiento facial estas cámaras pueden encontrar en seguida a cualquier rostro que figure en alguna lista negra.
“Ahora en los lugares públicos hay muchísimas cámaras para recopilar información, luego se analiza todo en los centros de datos y una parte se transfiere al Gobierno, para que pueda aumentar la seguridad de los ciudadanos”, dice Long manager en Megvii desde hace dos años.
Cuando las bases de datos logren sincronizarse automáticamente, todavía no es el caso, las empresas de vigilancia privadas y las instituciones públicas podrán compartir la información sin límites.
En China el nuevo lujo es la privacidad.
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