En el paraje Chapua, a 30 minutos de la localidad de Chos Malal por la ruta provincial N°2, se encuentra un molino con una antigüedad de aproximadamente ciento veinte años, que pertenece a la familia Muñoz, crianceros trashumantes del Norte Neuquino.
Los hermanos Andrés, Raúl “Chicho” y Sergio, los dueños del molino, tiene su invernada en el paraje Chapua, y su veranada en el Bañado Los Barros, en el Parque Provincial Tromen, y hacen la trashumacia en el mes de octubre hasta el mes de marzo. El molino pertenecía a sus abuelos, y años atrás se utilizaba para moler distintos cereales y granos, como harina, ñaco, chichoca o locro; y hace ya cinco años se dejó utilizar por la sequía que afectó a toda la región norte del Neuquén.
El molino se encuentra dentro de una pequeña casa construida de piedra, techo de carrizo, el piso este hecho de troncos de álamo criollo y esta elevada sobre un canal. Afuera de la casa se encuentra La Canoa, una especie de acequia de madera, inclinada a unos 45°, que permite el paso del agua por debajo de la casa. Unido al piso se puede observar cinco paletas, Las Cucharas, también de madera, que con el choque del agua gira produciendo el funcionamiento del molino.
Dentro de la pequeña casa, tapada por un protector hecho de madera, llamado El Guardapolvo, se puede observar una gran piedra, La Voladora, que pesa aproximadamente 100kg, cuenta con una perforación justo en el centro y esta pulida a la perfección, en excepción de una marca en forma de “Cruz” que sirve de guía para encastrar en El Tornillo, al igual que una tuerca. Debajo de La Voladora se encuentra otra pieza llamada La Durmiente. Esta roca se encuentra recubierta con material de barro, y pesa alrededor de 150kg.
Cuando La Voladora gira sobre la Durmiente, impulsada por la fuerza del agua, empieza a moler los distintos granos. Dependiendo la distancia que se deje entre estas dos piedras va a ser el grosos van a tener el producto al finalizar. Estas piezas fundamentales del molino, fueron traídas en carretas tiradas por bueyes, en un lugar cerca del límite con Chile, hace más de cien años.
El trigo o el maíz, en primer lugar, son colocados en un embudo gigante hecho de madera llamado Tolba. Un trozo de madera, llamado El Tonto, al rosar con La Voladora genera un movimiento constante dejando caer grano por grano por la abertura de la roca.
Al finalizar, la harina, chichoca o ñaco, se colocaba en Decalitros, que son pequeños recipientes que almacenaban 8 kg y 1kg del material procesado, para así saber cuánto habían producido.
Este molino, como nos comentaban sus dueños, estaba en funcionamientos dos días y una noche seguida, y solo lo paraban cuando la piedra empezaba a elevar su temperatura.
En el mes de agosto sembraban trigo para luego, en los meses de febrero o marzo, hacer una antigua tradición llamada La Trilla, que, como nos comentaban ellos, llego a durar hasta dos días.
En la zona norte del Neuquén, se pueden encontrar otros molinos harineros, que están ubicados en la zona del Cholar y La Costa del Curi Leuvu, que son de menor tamaño.
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