El oboe consta básicamente de un tubo de madera y de una lengüeta doble. La forma del tubo es levemente cónica. Sobre él se hacen los orificios y se colocan las llaves, que sirven para facilitar la ejecución de cualquier pasaje musical y ampliar su registro.
La base del tubo, o sea el pabellón, se ensancha y toma casi la forma de un embudo. El oboe forma parte de las “maderas” de una orquesta sinfónica.
El oboe ha ido evolucionado a lo largo de la historia. Los primeros ejemplares carecían de llaves. A partir del Barroco ya encontramos oboes con dos y tres llaves; posteriormente se fueron sumando muchas más.
El oboe consta de tres partes: la cabeza o cuerpo superior del instrumento, donde va colocada la mano izquierda y se introduce la caña por una pequeña abertura; la parte mediana o cuerpo inferior del instrumento, donde se coloca la mano derecha; y el pabellón o campana, que es la prolongación ensanchada de la parte o cuerpo inferior. Todas estas partes o cuerpos del instrumento encastran unas en otras. La longitud del oboe, incluida la lengüeta, es de aproximadamente 65 cm.
Las orquestas suelen afinar escuchando al oboe tocar el tono de concierto: un la de 440 hz. La película “La misión” hizo más conocido este instrumento en el público general: el personaje de Jeremy Irons, el padre Gabriel, es un oboísta aficionado, y es su oboe el instrumento del cual se vale el compositor Ennio Morricone para introducir el tema fundamental de la banda sonora.
Los invitamos a escuchar entonces el Concierto para oboe en re menor, op.1 Nº2 de Alessandro Marcello, por Alfredo Bernardini en oboe barroco, los Solistas Bach de Seúl, todos bajos la dirección de Alfredo Bernardini.
Producción: Carlos Díaz Rocca