Carlos Gustavo Mosto es uno de los 90 soldados caídos en la guerra de Malvinas que fueron identificados en 2017. El curita, como lo conocían sus compañeros de trinchera le transmitió a su familia, a través de sus cartas, “muchas enseñanzas y que sigamos confiando en Dios”, contó su hermana Elsa Mosto, al recordar cómo partió su hermano a esa guerra de la cual nunca regresaría. “Todavía me acuerdo cuál era la ropa que llevaba puesta y cómo se tomó su cabeza con las manos cuando ya estaba arriba del micro”. Los restos del Gualeguaychuense descansan en Malvinas, tal como lo había pedido el.
“Como familia de Carlitos, sentimos mucho orgullo de el”, aseguró su hermana al recordarlo y también rememoró: “Lo más emocionante fue recibir la medalla que tenía al cuello desde hace 35 años. Como si él hubiera dicho 'A esto se lo llevan a mi familia”.
Oriundo de Gualeguaychú, Entre Ríos, Carlos era estudiante de medicina y tenía 23 años cuando en forma voluntaria -mientras hacía el servicio militar- se ofreció a ir a Malvinas, en lugar de un compañero que se descompuso cuando le avisaron de su destino de guerra en esas islas lejanas.
Su familia, novia y amigos lo despidieron el 9 de abril de 1982 -un Viernes Santo- en la vieja estación de micros de Gualeguaychú.
Carlos murió en combate el 11 de junio -sólo 3 días antes de la rendición de las tropas argentinas-, pero el Ejército nunca le notificó la noticia a sus seres queridos. Se enteraron el 21 de junio cuando un grupo de soldados -adoctrinados para callar y esconder los horrores de la guerra- llegó a La Plata.
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