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por Marina Kétlerova
Balbino Navarro tenía 18 años cuando en 1988 llegó a Moscú para estudiar en la prestigiosa Universidad Estatal Lomonósov. Sin embargo, no terminó su carrera universitaria y regresó a España cuatro años más tarde. Pero confiesa que echa de menos a Rusia y busca posibilidad de volver algún día a este país con su familia.
Cuando el padre de Balbino Navarro, socio de la Asociación de Amistad entre España y la Unión Soviética, se enteró de que había unas becas para estudiar allí, el joven no dudó y preparó la documentación necesaria para ingresar en la Facultad de Historia de la Universidad Estatal Lomonósov. Sus padres ya habían estado en Rusia en 1980 en ocasión con los Juegos Olímpicos de Verano que acogió Moscú y transmitían el interés por este país a sus hijos.
"Quería estudiar en el extranjero" porque "sabía lo que había" en su país natal, afirma.
Además, "tenía 18 años y quería aventuras".
De este modo, a finales de septiembre Balbino llegó a Moscú donde ya nevaba.
En sus cuatro años de vida en Rusia, aprendió a ser autónomo y "no pensar en ningún ciudadano de cualquier otro país como malo", "aprender a ver muchas culturas" y "relacionarme con gente diversa".
Según Balbino, "los rusos son muy hospitalarios, sobre todo".
"Son los meditarráneos del norte", se ríe.
Aunque lleva muchos años lejos de Rusia, echa de menos "a muchas cosas" de ese país y promete volver algún día para enseñarlo a su familia.
Etiquetas: Moscú, Vivir en Rusia