Cada vez que alguien le pregunta el motivo, Luis Guillermo Madrid Arango responde con firmeza: ¿por qué no?
A sus 70 años, Luis se aventura a recorrer todo el extenso territorio de América Latina en bicicleta. Recientemente, arribó a El Calafate después de un trayecto desde Ushuaia y tuvo la gentileza de visitar los estudios de Nacional Calafate.
Durante la entrevista, Luis compartió su fascinante historia, destacando que esta travesía se gestó a partir de un incidente en 1999 que lo dejó en una silla de ruedas. No obstante, lejos de aceptar las limitaciones impuestas por ese suceso, decidió recuperar la movilidad y desafiar la sedentariedad que a menudo acompaña a la vejez. Optó por la bicicleta como su medio de redención, lanzándose a un viaje que, aunque podría parecer impulsivo, él mismo afirma no lamentar.
En sus propias palabras, Luis asegura que no ha enfrentado momentos realmente complicados, incluso tras pasar 21 días explorando la selva amazónica. Aunque en Stroeder fue derribado por un huracán de viento y quedó varado por más de dos horas, el desafío más significativo se presentó cuando llegó en pleno invierno a las Cataratas del Iguazú. La cantidad de agua le impidió llegar desde el lado argentino, llevándolo a desviarse hacia Posadas.
El viaje de Luis no tiene un destino definido: "Nada me persigue, nadie me espera", reflexiona. "Continuaré pedaleando hasta que se agote mi combustible. Aunque a veces el cansancio es abrumador, sigo avanzando".
Más allá de los kilómetros recorridos, este periplo se ha convertido en un sendero de sabiduría para el ciclista. Luis valora la belleza del paisaje, pero su auténtico aprecio recae en las interacciones con la gente. "Todo se lo debo a la gente: una sonrisa, una palabra amable, la voz de aliento. Cada conversación ha forjado una conexión profunda con las cosas esenciales de la vida", explica lo que él denomina su "Proyecto Esparciendo Semillas", una empresa que trasciende las meras aventuras para convertirse en una experiencia vital.
"No tengo un plan definido; tener uno podría desconectarme de lo realmente importante. Las sorpresas que nos regala la vida son lo más valioso", comparte este viajero en bicicleta, cuyo paso invita no solo a la contemplación del paisaje, sino también a una reflexión profunda sobre la propia existencia.
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