El Licenciado en Sociología y coordinador del Programa de Política Internacional del Laboratorio de Políticas Públicas analizó la situación que atraviesa Perú donde miles de personas tomaron las calles de Lima para exigir el cierre del Congreso, la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, la realización inmediata de elecciones y, sobre todo, el fin de la represión que dejó casi 50 muertos en poco más de un mes.
Gabriel Puricelli definió los últimos acontecimientos como un “tipo de respuesta antigubernamental, con una movilización sostenida, muy pocas vistas en la historia de Perú”.
Hasta ahora, las protestas derivadas de la destitución del presidente Pedro Castillo y su reemplazo por Boluarte, a partir del 7 de diciembre, se habían realizado casi exclusivamente en el interior del país, sobre todo en el sur, pero se trasladaron finalmente a Lima, ciudad de tendencias conservadoras.
Al respecto, Puricelli consideró que “no hay simplemente una denuncia de un Congreso desprestigiado, que le da apoyo a Boluarte sino también el señalamiento de la capital como una entidad política que ha abandonado al sur andino del país”.
"La percepción es que el reemplazo de Castillo por Boluarte no es simplemente un mecanismo de continuidad constitucional sino también la revancha anti-chola de sectores de la élite política peruana", remarcó.
Para el analista, “la legitimidad de origen de Boluarte se ve erosionada día a día por la propia acción de las fuerzas militares y de seguridad sobre las que tiene control, por su acción represiva”.
Además, evaluó que el actual gobierno “ha cambiado su base de apoyo de los partidos de izquierda y de centro por los de derecha y ultraderecha" que son los únicos que están dando ese aval.
Por otro lado, Puricelli trazó un paralelismo de la situación que atraviesa Perú, Brasil y Bolivia donde se evidencia “la actitud de la derecha y extrema de derecha frente a gobiernos de origen legal y constitucional”: “en vez de hacer oposición, buscan cuestionar la legitimidad del gobierno y desplazarlo”.
En ese razonamiento, consideró que en el caso del Perú, “Castillo fue un presidente con una base de apoyo débil desde el principio”, a diferencia de lo que ocurre con Luis Arce en Bolivia y con Lula en Brasil.
Respecto al intento golpista en Brasil, evaluó que la situación “va a ser difícil estos primeros meses porque el bolsonarimo mantiene una capacidad de movilizar a ciertos sectores y tiene miles de simpatizantes en las policías militares de cada uno de los 27 estados y en las Fuerzas Armadas".
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