Tradicionalmente agosto era el mes de los vientos pero últimamente nos hemos visto envueltos en tierra, hojas por doquier y el temor ante el desprendimiento de ramas por las fuertes ráfagas casi diarias.
El ingeniero Besa señaló en diálogo con LV4 que “después de la calma de invierno, en agosto es cuando empezaba el viento zonda que es característico de fines del invierno y primavera hasta noviembre. También otros vientos, como es el viento Norte, cálido y seco (que no es zonda) y que se producen por el cambio de tiempo”.
Explicó que cuando se produce el paso de un sistema frontal que es una masa de aire un poco más fresca y pasa de muy caluroso a temperatura más baja –como ha ocurrido hoy- esas diferencias de presión atmosférica que ocurre entre ambas zonas, hace que se incremente la velocidad del viento y además cambie la dirección.
En este cambio y presencia de más viento en la zona, también ha intervenido la mano del hombre. “La eliminación de la vegetación, de trincheras, de cortinas de árboles en los distritos y en la zona urbana donde en 15 años hemos perdido el 25% de los árboles. Todo ello contribuye a la sensación de que hay más días con viento o que tiene mayor velocidad, pero está relacionado con que hemos eliminado las barreras de protección naturales contra el viento”- explicó el ingeniero.
Este fenómeno también afecta a la plantación local. “Cuando hay viento y ráfagas, sobre todo de zonda y viento norte la producción sufre daños. Deshidratación, daño mecánico –cuando se raspan los frutos con las ramas y disminuye la calidad- hasta llegar a la caída de frutos o ramas con toda su producción”.
Los frutales que más han sufrido por el viento en estos días son los damascos y las ciruelas.
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