En Argentina, el 9 de mayo de 2012, tras la decisión política de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y la sanción del Honorable Congreso de la Nación, luego de una larga lucha colectiva de la sociedad en las calles, se sancionaba la ley de Identidad de Género Nº 26.743, la primera a nivel mundial que no patologiza las identidades trans y permite acceder al cambio registral a través de un simple trámite administrativo, sin necesidad de acreditar pericias médicas, intervenciones quirúrgicas o tratamientos hormonales.
La identidad de género es la percepción que cada persona tiene de sí misma, sin importar el sexo con el cual se fue anotado al momento del nacimiento. La ley también permite que toda persona pueda “acceder a tratamientos hormonales e intervenciones quirúrgicas totales o parciales para adecuar (su) cuerpo a la identidad elegida”. Esta cobertura médica la posibilitan obras sociales, prepagas y hospitales públicos, siempre y cuando estos organismos se encuentren inscriptos en el Plan Médico Obligatorio.
Ana Cornejo, de 24 años, es una de las primeras que cambió su nombre y su género en el Documento Nacional de Identidad en Paraná. “Yo soy una heredera de la ley, como de todas las luchas que nos hacen gozar derechos y libertades, hoy a diez años, cabe reflexionar como nos ha cambiado la vida”, agregó Ana “claramente falta mucho, pero hay gente que sí tiene la iniciativa de que la que sociedad cambie para mejor”.
“En el plano de la salud he tenido dificultades con mi obra social para que me reconozcan ciertas coberturas, incluso he tenido que recurrir a instancias judiciales, que salieron favorables reconociéndome el derecho” finalizó Cornejo.