“El kirchnerismo usurpa nuestra fecha patria”. Lo dice la oposición política y periodística de derechas y el tono es de indignación. Agrega, con poca originalidad respecto de su propia línea editorial, que eso es propio del populismo. Y que, como tal, el kirchnerismo perpetró este atropello durante sus 20 años de vida. La ignorancia y barbarie (en sentido sarmientino) de nuestras derechas les impide saber que apelaciones al pasado para fundamentar y legitimar acciones políticas del presente es un recurso al cual se apela desde siempre y en todo lugar. Los años del primer kirchnerismo, sin nada que reprochar o al contrario, fue el último período gubernamental con voluntad de activar el pasado nacional para discutir el presente. No solo apelo al 25 de mayo.
También al 9 de julio y otras fechas patrias. El objetivo fue buscar y encontrar fundamentos para su proyecto estratégico que –de esta manera- inscribía en una narración histórica de largo plazo. Lo contrario ocurrió durante el gobierno de Cambiemos. Tanto molestaba la historia a Mauricio Macri y sus CEOS, que decidieron sacarla de los billetes. Nos basamos en una tesis de licenciatura en historia titulada Historia y poder político en la Argentina reciente. Usos del pasado durante un momento kirchnerista, de Camila Tagle, para decir que “usar” el pasado, “usar” la historia no supone acto sacrílego alguno.
Tampoco “politizar la historia” como dice otra irritación neoliberal. Al contrario, las “políticas de la historia”, según el historiador alemán Michael Goebel, son “todas aquellas formas en que se escribe y moviliza la historia con el objeto de afectar a la distribución del poder en una sociedad”. Una definición cuya complejidad y precisión parece poco menos que inaccesible a la ignorancia de políticos y periodistas que durante toda esta semana repudian como blasfemia la superposición de los dos 25 de este mayo de este 2023.
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