Los movimientos sociales referenciados en Unidad Piquetera volvieron a las calles. El periodismo que reedita la retórica del poder se limita a informar sobre caos de tránsito e interroga sobre cómo financian sus actividades. Las organizaciones responden que lo hacen a través de los aportes voluntarios de aquellos/as integrantes de los movimientos que puedan y quieran hacer. Y que la rendición de cuentas es realizada en asambleas populares. La explicación es vana. Los medios titulan que tal dirigente “reconoció” que se quedan con un porcentaje de los planes. El juicio sobre las molestias ocasionadas es correcto y aceptado por quienes marchan por el centro de las ciudades. Los prejuicios son tan antiguos como la historia de la protesta social argentina.
ANALISIS, POR SERGIO TAGLE