En el país trasandino, padre e hijo comandan la reconocida bodega Viña Montes y, en 2002, decidieron apostar por Mendoza, fundando Kaiken. Un recorrido por los vinos hechos de un lado y otro de la cordillera muestra las abismales diferencias de terroirs. Pero también, cuenta una historia de familia.
Argentina, para nosotros, siempre tuvo una imagen impresionante. Y desde Chile mirábamos con mucha envidia, el tango, la carne… Así fue como vinimos en 2002, arrastrados por la pasión por el vino. Fueron momentos difíciles, estaba el corralito. Pero no nos importó, porque cuando queremos hacer algo vamos por ello y punto".
Con esta frase, el bodeguero Aurelio Montes arrancó una degustación que se realizó en Buenos Aires y que, como él mismo explicó, no se trató de una cata tradicional: "No queremos hablar de niveles de PH o de carbonato de calcio. Queremos hablar de una historia de familia".
Aurelio Montes es un reconocido bodeguero chileno que a fines de los años `80 fundó Viña Montes, una bodega clave de la industria vitivinícola del país vecino, dado que fue uno de los establecimientos que se enfocó en la calidad y contribuyó a posicionar a Chile como uno de los mayores exportadores a nivel mundial.
Así, con la idea de entender las diferencias de terroir, los Montes presentaron para la prensa especializada diferentes etiquetas de sus dos bodegas, un ejercicio que permitió ver cómo, a partir de una misma filosofía de trabajo, dos terroirs separados por una cordillera se presentan como mundos completamente diferentes en cada botella.