Nicolás Pertierra, economista del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz se refirió hoy en Primer Mensaje a las conversaciones que mantienen la Argentina y el FMI para llegar a un acuerdo.
A casi cuatro años de que Macri anunciara la vuelta de la Argentina a la tutela del Fondo Monetario Internacional, sigue siendo difícil dimensionar el tamaño del problema en el que nos metió. El Plan A de Macri y el FMI era ganar las elecciones y después profundizar una agenda neoliberal justificada internamente en las presiones externas del organismo. Pero el Plan B era condicionar a cualquier gobierno que viniera, al dejar vencimientos de deuda impagables que forzaban una renegociación. Detrás del FMI, están las potencias occidentales con EE.UU a la cabeza, y sus pretensiones políticas a cambio de aprobar la reestructuración de nuestra deuda con ese organismo, es la forma en que pueden incidir en nuestra política interna y externa. Esa herramienta de control sobre nuestra soberanía cobra un valor geopolítico mayor, dados los triunfos de diversos gobiernos populares no alineados a Washington en la mayor parte de los países de la región que posiblemente se extienda a Colombia y Brasil, en un contexto multipolar donde China y Rusia disputan con EEUU su influencia global.
Todavía no está definida cuál va a ser la posición del FdT con el FMI. La primera chance que apareció sobre la mesa fue la posibilidad de revisar jurídicamente la validez del crédito otorgado, tanto por la anomalía con que fue aprobado por el organismo como por su falta de legalidad interna. Recordemos que el monto del crédito, las condiciones en que se encontraba la economía argentina y el uso que se le dio a los recursos (financiar fuga de capitales), violaban las normas institucionales del propio FMI. En cuanto a su legalidad interna, la negociación con el FMI no había pasado por el Congreso como exige nuestra Constitución Nacional.