Sergio Masa anunció ayer paliativos para los perjudicados por la devaluación del lunes pasado. La oposición llama a estas medidas, despectivamente, “Plan Platita”. La oposición política, mediática y la opinión ciudadana que se expresa a través de redes. Queremos decir tres cosas. La primera es quizá la más obvia e indiscutible. Es preferible, es deseable una economía que no necesite de las medidas que ayer anunció Massa. Que no necesite de “paliativos” “ayudas especiales” o “Plan platita”, como se los quiera llamar. Ni si quiera de ayudas sociales, de políticas sociales. Es deseable una economía que no requiera atenuantes para sufrimientos sociales porque esa economía garantiza a cada quien lo que necesita. Dos: El peyorativo “platita” es utilizado por quienes tienen garantizadas sus necesidades básicas y más, mucho más. Nos detengamos en las periodistas, los periodistas exitosos. No es necesario “ensobrarlos”, como dice una de las críticas vulgares, elementales de Milei y sus seguidores, para que con pretendida agudeza digan “plan platita” y para que desprecien cualquier medida paliativa de la pobreza. No es necesario porque sus ingresos les permiten acceder a un nivel de vida cercano o igual al de la clase media alta o alta que defienden. Este debiera ser un ítem a tener en cuenta a la hora de analizar el rol de los medios de comunicación. Sus actores, periodistas, no necesitan que Magneto, Saguier o algún CEO del Diario La Nación les baje instrucciones sobre lo que tienen que decir. Dicen lo que dicen, escriben lo que escriben, actúan como actúan porque, obvio, así quedan bien con sus patrones, pueden escalar, los pueden llamar de otros canales con igual línea editorial que son la mayoría. Y también por lo que, con lenguaje antiguo podríamos llamar “interés y conciencia de clase”. Sus carreras profesionales, sus destinos individuales no están atados a la suerte de pobres, trabajadores, clases y sectores populares en general sino al de sus vecinos de barrios privados donde viven. O vecinos de edificios de “pituquitos de Recoleta” donde viven. Entonces, a esta “casta periodística” que incluye periodistas Milei le sobra la plata. Ellos/as no solo ellos no necesitan “patita” sino que –además- por una conciencia socialmente egoísta, reaccionaria, son insensibles para con las vidas de quienes algunos pesos les resuelve algo. Tres: el objetivo de máxima es la economía que mencioné como punto uno. Hasta tanto haya un gobierno que la garantice, cuanto más comillas “platita” mejor. Y si algo se le puede reprochar al Ministro de Economía y al gobierno, es que la platita anunciada ayer es poca. El refuerzo para jubilados y pensionados es de 37.000 pesos, y lleva la mínima a más de 124.000 pesos.La canasta mínima de jubilados es superior a los 250 mil pesos, según una voz tan autorizada como lo es la de Eugenio Semino, Defensor de la Tercera Edad. Además, quien cobre un peso sobre la mínima, no será beneficiario de este “refuerzo”, como lo llama el Ministro. Algo parecido podemos decir del monto que se pagará a trabajadores del sector privado y estatal. Serán 60 mil pesos a pagar en dos cuotas mensuales de 30 mil pesos; será no remunerativo, por única vez y a cuenta de las paritarias.Lo mismo podríamos decir de los otros beneficiarios de esta ayuda. Está bien pero es necesario más. Y que el rumbo, el objetivo final no sea “Estado presente”, si por Estado presente entendemos esto, “la ambulancia que recoge heridos” dañados por la lógica del régimen económico. Por último, un dato que debiera llevar tranquilidad a periodistas y políticos que hablan despectivamente del “Plan platita”.Estas ayudas mínimas por parte del Estado no modifican tendencias electorales, al menos en forma inmediata. O significativa. No hay “evidencia empírica”, como gusta decir al candidato de La Libertad Avanza, que diga que sí, que las políticas clientelares logren obediencia ciega de los clientes. Me refiero a estudios serios, los más serios que se hicieron sobre el clientelismo como los de Javier Auyero. Este dato también debiera servir para Unión por la Patria, si espera ganancias electorales después de estos anuncios. Las ayudas son bienvenidas. Pero si se teme (en el caso de la oposición) o se espera (en el caso del oficialismo) un voto a cambio, esto supone una subestimación o una mala caracterización de “favores” que el Estado hace a pobres, trabajadores, jubilados. Por último, algo que también, creo, es obvio e indiscutible: es preferible no tener que compensar devaluaciones ordenadas por el Fondo Monetario Internacional, y sí tener un gobierno con la soberanía política suficiente como para no obedecer en forma automática a lo que pide el Fondo.
Análisis, por Sergio Tagle