“Que se vayan todos y que quede uno solo” ¿Por qué queda sólo Milei? Las causas son múltiples y nos limitamos a señalar unas pocas. Eduardo Duhalde, cuando formuló la definición del título, se incluyó en un “nosotros dirigencia de mierda” en 2016 cuando y porque el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) difundió un índice de pobreza del 32,2%. No es necesario informar hasta qué niveles de agravó esa situación social. El expresidente hablaba en nombre de su generación política y (podemos inferir) refería al fracaso a la hora de cumplir con la promesa de 1983, la promesa mínima según la cual “con democracia se come, se cura, se educa”. Entonces, el razonamiento pudo ser este: si quienes gobernaron son como adjetiva Duhualde, votemos a alguien sin experiencia de gestión que –en este caso- no es límite sino virtud. Miei pudo ser la inversión de un viejo refrán: “mas vale bueno por conocer que malo conocido”. Pero ¿qué va a pasar cuando se empiece a conocer a este bueno por conocer? De acá a octubre Milei tendrá que dar algún detalle de su “plan motosierra”. Estudios sociológicos afirman que el fundamento del apoyo social que tiene Milei es básicamente su gesticulación de bronca. Pero cuando a votantes se le pregunta, por ejemplo, si está de acuerdo con terminar con la salud y la educación pública, responden por la negativa. Entonces, si se reedita + - el resultado del domingo, puede que se elija a un presidente que tendrá problemas de gobernabilidad provocados –entre otros- por sus propios votantes. Por ahora, “Milei no tendrá razón, pero los que lo votan sí”, escribe el periodista Martín Rodríguez. Pensamos en voz alta las razones de los votantes que radares kirchneristas, peronistas, progresistas, periodísticos no registran.
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