Nacional Calafate dialogó con Boris Díaz, ingeniero forestal de la Estación Experimental Agropecuaria Santa Cruz del INTA, para conocer en detalle la investigación que viene llevando a cabo junto a una red de colaboración entre varias instituciones.
"Hace aproximadamente 15 o 20 años, a nivel mundial, la comunidad científica comenzó a prestar atención a la presencia de fracciones muy pequeñas de plásticos, incluso de medio milímetro o más pequeñas, acumulándose en los tejidos animales y generando problemas en la fauna. Como suele ocurrir con los problemas ambientales que afectan a la flora y fauna, estos también comienzan a repercutir en los seres humanos. En los últimos años, se han empezado a detectar antecedentes de acumulación de microplásticos en tejidos humanos, incluyendo el pulmón y circulando en la sangre", explicó Díaz, añadiendo que a nivel mundial todavía existe un amplio debate sobre el impacto exacto de esta acumulación en la salud humana.
"Lo que ya está demostrado es que estos productos contaminantes circulan y nosotros los incorporamos a través de la alimentación (de animales que los acumularon) o a través del agua", destacó Díaz.
Este proyecto surge de la necesidad de entender mejor esta problemática, ya que aunque a nivel mundial se ha estudiado durante mucho tiempo, en el continente y en Argentina no había antecedentes hasta ahora.
Se formó una red de colaboración entre numerosas instituciones y personal dedicado a la investigación del agua y los ambientes hídricos. Esta sociedad de colaboración, impulsada más por la voluntad que por el financiamiento, logró reunir a 50 instituciones con las cuales se planteó, en esta primera campaña, realizar muestras en más de 170 ríos y lagos, importantes por su potencial de consumo humano.
El primer objetivo de esta campaña es crear un primer mapa a nivel nacional de qué tipo de contaminantes relacionados con los plásticos tenemos, en qué cantidad y tener un primer panorama de qué tipo de riesgo significa.
Los investigadores trabajaron en la desembocadura del Río Santa Cruz y del Río Gallegos, por ser los de mayor caudal y tener extracciones de agua para el consumo humano, así como en el Lago Argentino y el Lago Viedma, por ser los dos cuerpos de agua más grandes y representativos de la región, que pueden servir como indicadores para establecer un monitoreo continuo en adelante.
Díaz explicó que los plásticos han dominado la industria desde la década de 1950, pero desde entonces la química de los plásticos ha evolucionado. Al principio eran solo derivados del petróleo, pero hoy en día hay una enorme cantidad de químicos involucrados. Cuando todo eso va al ambiente, el plástico se fragmenta y convierte en partículas cada vez más pequeñas. Se estima que desde la década de 1950 hasta ahora se han desechado alrededor de 9,000 millones de toneladas al año y menos del 10 por ciento se recicla.
Cuando toda esa basura se degrada y se hace tan fina, el mar la esparce por todo el mundo. Así se generan enormes islas de basura como la que se encuentra en el Pacífico Ecuatorial. Pero también ese material se evapora, circula por todo el planeta y luego cae en forma de nieve en el Ártico y en la Antártida. "Estamos en un nivel de globalización en el que lo que yo hago en mi casa tiene repercusiones a escala planetaria", afirmó el investigador.
Para finalizar, Díaz se mostró esperanzado, ya que si bien estas investigaciones apenas comienzan, "todavía somos una región en la cual esto no representa una amenaza en estado crítico, como sucede en el hemisferio norte. Significa que con estos estudios podamos acercar la información a aquellos que toman las decisiones y puedan prever a futuro las adaptaciones necesarias. Lo bueno es que tenemos tiempo".
Una vez finalizada la campaña, los datos comenzarán a sistematizarse y analizarse, un proceso que se estima durará al menos un año. Por lo tanto, a principios de 2025 se empezarán a conocer los resultados.