Análisis Sociológico MENDOZA

¿Qué trajo el Coronavirus a nuestra sociedad?

La socióloga Pamela Fontemacchi charló con La Mañana de Libertador por LV8 Radio Nacional Libertador y nos brindó este texto en el cual analiza el impacto de la pandemia en la vida de las personas, enfocándose en un aspecto no menor como los eventos  o festividades sociales  hoy muy significativos para cada uno de nosotros.

 

Como consecuencia de la pandemia que atraviesa el mundo entero debido  al  Covid-19. Los distintos estados han debido tomar diversas acciones para controlar y evitar el contagio masivo de este virus, que poco se conoce.

En nuestro país el presidente Alberto Fernández decretó el aislamiento social,  preventivo y obligatorio desde el 20 de marzo, el cual se va extendiendo paulatinamente, si tener la certeza de la finalización del mismo. Esta medida se tomó con el  fin de evitar el pico máximo de contagios y que no colapse el sistema de salud provocando la muerte de miles de argentinos. Esta política se diferencia de las tomadas por Estados Unidos, Inglaterra o Brasil, quienes priorizaron el crecimiento económico en detrimento de la vida de sus ciudadanos.

En este contexto actual donde la preservación de vida depende del aislamiento, paradójicamente  va en contraposición de la propia existencia humana. Ya que el individuo es un ser social, necesita del otro para su subsistencia. Se pretende mantener a las personas en sus hogares, y el "quedarte en casa para cuidarte y cuidarme" es una frese ya incorporada en las mente de todos. Pareciera que el mundo se hubiera detenido pero no es así, la vida sigue. Los nacimientos, los cumpleaños, los fallecimientos y  los días festivos que forman parte de nuestra cultura, continúan existiendo pero sin el  encuentro social tan importante. Según  el sociólogo y filósofo francés Émile Durkheim, la ceremonia y el ritual son esenciales para vincular a los miembros de los grupos. Las ceremonias colectivas reafirman y realzan el sentido de solidaridad de un grupo.

Desde el punto de vista sociológico, la modificación de la vida cotidiana y la percepción de las relaciones sociales tal cual la conocíamos conlleva a una serie de estrategias  nuevas en una realidad totalmente desconocida. Esta pandemia obliga a dar la bienvenida al mundo de los recién nacidos a través de una pantalla, sin poder oler, tocar ni besar, perdiendo el contacto tan necesario con el otro. También obliga a no poder despedir a nuestros difuntos, todo encuentro social es un riesgo. Si bien es imposible sustituir el contacto humano, las telecomunicaciones facilitan el encuentro con los familiares, amigos y hasta son posibles las reuniones de trabajo, haciendo más tolerable las distancias.

El uso de barbijos, las nuevas normas de higiene, los permisos especiales para transitar en la vía pública, la educación a distancia, el trabajo "on line", todos son nuevos hábitos incorporados obligatoriamente para evitar el contagio de este virus. Por otro lado también, esta nueva forma de organización social trae como consecuencia instintos de supervivencia individual, donde el colectivo o la comunidad se convierten en el posible enemigo.  De los aplausos diarios de las 21 hs. al personal de la salud o los distintos trabajadores por su actividad a los escraches a los mismos por miedo al que transmitan el virus, es un claro ejemplo.

El resguardo en los domicilios, el incremento de las tareas domésticas, la convivencia con todos  integrantes las 24 horas del día sin poder salir por un periodo indeterminado e incierto provoca sentimientos de incertidumbre, miedo, aburrimiento, angustia o desesperación hasta la sensación de  falta de libertad. La esfera privada como la conocíamos, tendientes a todo lo relacionado  con la reproducción humana, es decir el hogar, está adquiriendo elementos de la esfera pública, como el colegio, el trabajo hasta el gimnasio.  Este escenario se complejiza de acuerdo a los recursos que posea cada hogar.

Sin bien toda la población debe cumplir la cuarentena, desde las familias más adineradas del país hasta los más humildes de un barrio, difiere sustancialmente el modo de vida de ambos. Mientras unos se escaparon a sus casas de fin de semana con todas las comodidades y  todos los servicios otros debieron permanecer en sus hogares de 40 metros cuadrados y con la constante preocupación de cómo conseguir los alimentos diarios.

Nadie tiene la certeza de cuándo finalizará esta pandemia, lo que sí es seguro es que en algún momento lo hará, y cuando esto suceda la sociedad no volverá a ser la misma. Queda en nuestra conciencia en cómo actuamos en estos momentos tan difíciles para todos.

 

Pamela Fontemacchi

Socióloga