Lo injusto del fútbol. No por merecimientos específicos dentro del partido, pero si por un año calendario donde River se preparó y priorizo la Copa Libertadores.
Noventa minutos malos bastaron para “tirar a la basura” todo el trabajo previo. Así es el futbol. Así de injusto. Pero en el horizonte aparecen ellos. Los primos. Los rivales (no enemigos), para levantarse rápido.
El River-Boca del domingo tiene muchas aristas en sí mismo, por superclásico y por ser el partido más atractivo del mundo. Pero este en particular será la prueba de carácter para el “Millonario” que podrá gozar y reponerse rápidamente de la derrota ante Lanús o, decididamente, seguir navegando en un semestre de calvario. Porque así es esto. Así es el fútbol.
Gallardo y sus dirigidos lo saldrán a buscar de arranque. Heridos, pero con amor propio. Sin demasiadas variantes en el once inicial. Sin Saracchi pero con Casco y esperando por Enzo Pérez que no estará al 100% por una sobrecarga en el glúteo derecho.
Cuando llegan las malas, llegan en manada. Pero soy de los que piensan (en concordancia con los protagonistas) que éste encuentro llega como anillo al dedo. Para reinventarse. Para no perder la relación con el público. Para mostrar que se puede tener una noche mala, pero por más determinante que haya sido en tus aspiraciones, todavía están vigentes. Irte ovacionado del Monumental ganándole a Boca, sería un mimo al alma.
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