Si los padres cumplieran con su rol, por ejemplo, el tema de la diversión nocturna no sería El Tema. Los hay ausentes, distraídos, complacientes y, como consecuencia de ello, están los menores colándose a los boliches, bebiendo alcohol o simplemente deambulando. Y los más grandes que hoy son pibes hasta los treinta y pico y se comportan como tal: manejan aunque tomen, toman aunque manejen. Hablamos de chicos y hablamos de chicas.
A tal punto ha llegado el desentendimiento, que el área de diversión nocturna del Ministerio Provincial de Gobierno quiere concientizar primero y luego multar a los papás por los deslices de sus hijos.
No hay duda que es una medida extrema que reprimirá para despertar los compromisos ignorados porque, si hubiera consciencia, los mismos padres se ocuparían de saber cómo funcionan los locales a donde concurren los chicos. Entonces, quedaría fuera de la mira el accionar de propietarios, jueces, inspectores y policías; solo tendrían la lupa en caso de transgresiones e incumplimientos.
Si todos los padres cumplieran con su rol, no viviríamos el tironeo (que envejece) entre los que están a favor de la Educación Sexual en las Escuelas y aquellos que se oponen. La realidad de embarazos adolescentes y enfermedades de transmisión sexual indica que hay que educar y dónde si no en los colegios.
Ahora, la educación sexual se refiere a la genitalidad, a la anatomía y fisiología de la reproducción e incluye también aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y hasta éticos de la sexualidad. Hay dudas razonables: ¿Tienen los docentes un conocimiento profundo de éstos temas? y, si es así, ¿Los transmiten con rigor científico?
Y también es real que los padres que se sienten capacitados para trasladar conocimientos tienen todo el derecho de exigir exclusividad en la educación sexual de sus hijos. Aunque no es aconsejable que hagan de esto un Buenos y Malos porque el destino tejes redes que involucran sentimentalmente a unos y otros. ¡Uf! ¡Qué complicado!
Cada tanto las posturas tienen expresiones tan encontradas que confunden hasta los que, desde la educación espiritual, debieran mediar para encontrar una solución satisfactoria en lugar de “levantarse en armas”.
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