Turquía y grupos rebeldes sirios aliados lanzaron hoy una ofensiva militar contra un bastión kurdo en el norte de Siria y desataron la furia del presidente Bashir al Assad, quien calificó el ataque como "una brutal agresión" y "un apoyo al terrorismo", a pocos días de que comience una nueva ronda de paz auspiciada por la ONU.
Hacía días que se rumoreaba que Turquía volvería a invadir Siria y lanzaría un ataque masivo contra las fuerzas kurdo-sirias que, desde hace meses, ganan terreno en el norte del país, fronterizo con el territorio turco, en su exitosa ofensiva contra la milicia Estado Islámico (EI).
"Si Dios quiere, terminaremos pronto esta operación", declaró el mandatario en un acto partidario, en la ciudad de Bursa, en el noroeste del país, informó la agencia de noticias EFE.
Erdogan no dio detalles sobre la ofensiva, pero poco antes el primer ministro turco, Binali Yildirim, había anunciado, triunfante, que sus tropas y milicianos del Ejército Libre de Siria (ELS) -el primer grupo armado que se levantó contra Al Assad en 2011, cuando el conflicto era aún una guerra civil- lograron entrar a la localidad de Afrín, un bastión de las fuerzas kurdo-sirias Unidades de Protección del Pueblo (YPG) en el noroeste del país vecino.
El premier explicó que la operación militar, bautizada Rama de Olivo y que había comenzado formalmente ayer, tiene el objetivo de "garantizar la estabilidad y seguridad fronteriza" en un cordón de al menos 30 kilómetros de ancho y que enfrente a "entre 8.000 y 10.000" milicianos kurdos, según un comunicado.
Desde Siria, las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza liderada por milicias kurdas YPG y apoyada militarmente por Estados Unidos, desmintió al gobierno turco y aseguró que sus hombres siguen en control de Afrin, la localidad siria que se convirtió en el centro de la nueva ofensiva turca.
Al menos 21 civiles, entre ellos cinco menores de edad, y seis milicianos kurdos murieron en estos combates, según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización proopositora con sede en Londres.
El observatorio también señaló que, pese a las dificultades iniciales, las tropas turcas y facciones rebeldes sirias aliadas de Ankara tomaron el control de los pueblos de Shenkal y de Wadi Mani, en el enclave de Afrín.
La situación escaló aun más cuando tres cohetes fueron lanzados desde Siria a la ciudad turca de Reyhanli y mataron a una persona -un ciudadano sirio- y dejaron 32 heridos, dos de ellos graves, según informó a la prensa el alcalde de esa localidad fronteriza, Hussein Sanverdi.
Anoche otros cuatro proyectiles procedentes de Siria alcanzaron la provincia de Kilis, también fronteriza con Afrín, y una persona resultó herida, según informó el canal de noticias turco NTV.
Pese a que las fuerzas kurdo-sirias habían acusado ayer a Rusia, el principal aliado de Al Assad, de retirar sus tropas de Afrín justo antes de que comenzara la ofensiva turca, el presidente sirio repudió el ataque de Ankara.
"La brutal agresión turca contra la ciudad siria de Afrín no se puede disociar de la política del régimen turco desde el primer día de la crisis siria, que se ha basado principalmente en el apoyo al terrorismo y a las organizaciones terroristas bajo distintos nombres", sentenció Al Assad, en un comunicado.
Al Assad y Erdogan fueron rivales desde el comienzo de la guerra, hace casi siete años; sin embargo, desde la gradual retirada del gobierno estadounidense de Donald Trump de la escena regional, Turquía y Rusia-socio central de Damasco- han empezado a cooperar. El ejemplo más claro son las negociaciones de paz en Astaná, la capital de Kazijistán, un proceso paralelo al de la ONU en Suiza.
Ayer la Cancillería rusa se mostró "preocupada por las noticias" de la invasión turca y llamó "a todas las partes a mostrar cautela", un comunicado moderado que no repudió ni rechazó la ofensiva de Erdogan.
Esta escalada podría dificultar aún más la nueva ronda de negociaciones de paz que convocó el miércoles pasado el mediador de la ONU para Siria, Staffan de Mistura. Gobierno y oposición deben reunirse en Siria el jueves y viernes de esta semana que comienza y, según adelantó De Mistura, el objetivo es comenzar a acordar una salida negociada del conflicto.
Sin embargo, la guerra está lejos de resolverse y el protagonismo de las potencias extranjeras es cada vez más evidente.