Lo único positivo de Boca fue la victoria por penales, frente a Patronato, y la clasificación a la próxima instancia del torneo federal.
Este equipo de Sebastián Battaglia se pareció al de los últimos partidos de Miguel Ángel Russo, por la falta de respuestas e ideas adentro de la cancha. En la formación apeló a la experiencia de los futbolistas, Fabra y Cardona, por citar dos ejemplos. Relegó a los juveniles que hasta el momento le dieron buenos resultados: Sandez, Molinas y Vázquez, respectivamente. No se entendió la posición de Juan Ramírez por derecha, teniendo en cuenta que el volante es zurdo y juega siempre por izquierda..
Además Battaglia hizo muy tarde los cambios. Faltando trece minutos para el final del partido, ingresaron Molinas, Vázquez y Pavón. Aaron Molinas le dio otra dinámica al equipo, Cristian Pavón debiera ser titular en lugar de Briasco y Luis Vázquez no es menos nueve que Orsini. Tardó en sacar del campo de juego a Agustín Almendra que caminó la cancha y su aporte desde lo futbolístico fue escaso.
Asimismo, el espectáculo contó con uno de los peores árbitros que hay en Primera División, Pablo Echavarría que no le cobró a Patronato dos penales por faltas groseras de Marcos Rojo y Luis Advíncula.
En los penales volvió a lucirse Agustín Rossi. Le da a Boca un plus desde ese punto de vista. Rossi es un buen arquero pero sigue dudando a la hora de los centros. Sale bien, pero calcula mal. Es algo que debe mejorar el arquero que mide 1.93.
En definitiva, Boca le ganó por penales a un modesto equipo como Patronato, sin sobrarle absolutamente nada.
Más allá de la tranquilidad de Juan Román Riquelme, en el palco del estadio de Santiago del Estero y de la alegría del presidente Jorge Amor Ameal, Boca accedió a las semifinales de la Copa Argentina y se hizo acreedor de un premio de $2.465.000. Eso sí, desde lo futbolístico se pareció al equipo de Russo y dio un paso en falso.
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