Según las últimas cifras oficiales, en la Argentina hay más de 4.100 asentamientos precarios o villas miseria, de los cuales 205 están en Mendoza, lo que coloca a nuestra provincia en el quinto lugar nacional. Asimismo, y dentro de los departamentos mendocinos, el muestreo ubicó en esa categoría a 12 barrios o asentamientos sanrafaelinos.
Para algunos actores relacionados con la temática, los números han venido a visibilizar un fenómeno que ya tiene varios años de desarrollo y que ha ido incrementándose con el transcurso del tiempo.
Mensurar justamente una problemática como la descripta puede tener objetivos diversos. Lo que uno estima –y espera- es que en este caso la idea de tener a manos cifras fehacientes llevará a las autoridades respectivas a tener un panorama y un diagnóstico confiable con el fin de implementar a corto plazo políticas públicas que vengan a paliar la precaria situación que atraviesan los habitantes de esos barrios.
Lo que sí está claro es que lo que no deben esconder las frías cifras son los millones de dramas que subyacen tras ellas. Dramas éstos, que no solamente tienen que ver con carencias materiales sino también con la sensación que tienen muchos habitantes de esos lugares de estar, cada día, más fuera del sistema.
El desafío pareciera estar en volver a considerar, respetar y valorar a esos compatriotas, dejando de lado prejuicios e intentando que la inclusión social sea el estandarte a seguir. En esa tarea, el Estado y el resto de la comunidad civil tenemos que hacer nuestro aporte.
Por Alejandro Sosa
Etiquetas: opinión, políticas públicas