“Con el arriba nervioso y el abajo que se mueve”. Los Olimareños cantaban estos versos de Mario Benedetti cuando la hegemonía de las clases dirigentes atravesaba peligros reales.
Hoy emergen conflictos que apenas rozan sus privilegios. Reaparecieron los obreros como clase, pero solo en demanda de reivindicaciones gremiales básicas. Lo mismo hacen estudiantes en CABA. Sin embargo, nuestras derechas ven y denuncian violencia en la toma de escuelas y en las acciones de los trabajadores del neumático. Pronuncian discursos según los cuales “seguimos perdiendo derechos; primero fue el derecho a circular con los piquetes, ahora el derecho a la educación con las tomas”.
También es dicho como obvio que los obreros son responsables de paralizar la producción con sus paros y medidas de fuerza. Esta creencia sería refutada de existir una discusión en la cual –con poco esfuerzo- alguien argumente por qué las empresas son quienes deben destrabar el conflicto con solo pagar a sus obreros lo que corresponde. Nervios por poco que los lleva a decir estas y otras zonceras, como diría Arturo Jauretche.
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